miércoles, 19 de noviembre de 2014

Leyenda de Rosio

                          *   LA LUNA AMARILLA *

Hace mucho tiempo,en un poblado del los Inuit,durante la noche habia una niña comiendo      
queso,y en esa noche vio una luna blanco por la primera vez.Después
en la proxima dia la niña vio la luna otra vez y lo vio amarillo,y la niña se preguntó porqué la luna era amarilla,de repente vio en el  telescopio de hielo ,y la niña  vio pedazos de su queso y los pedazo de su queso efecto la luna entera toda  la luna.

En la mañana ella no podía ver la luna entonces estaba muy triste pero
cuando era noche estaba muy contenta por que vio la luna.Ella estaba
muy contenta que ella estaba cantando a la  luna que era bien bonito cuando es amarilla y también cuando es blanco a la niña no importaba
que color si no le importa que  es bonita!

Pero un día la niña  estaba esperando antes que era noche para que
ella vea la luna pero en ese tiempo en la noche no vio la luna y le dijo a su hermana que tiene 13 años  que porque no estaba la luna bonita y
su hermana dijo que ella no sabía lo que estaba pasando pero la niña comenzó a llorar y su mama dijo”- que estaba pasando- ”  y hermana mayor dijo que”- no pasaba nada que su hermanita está llorando porque no podía ver su hermosa luna-.” Y la mama  dijo “- no pasa nada la luna va regresar.-la luna está nueva. -entre unas días lo vas a poder ver.”

En esa mismo dia su papa vino pero vino con una roca de la luna y la niña estaba diciendo “ -porque trajistes esa roca.” y su papá dijo”-yo lo traje para ti.” la niña dijo”-para mi.¿Pero que es?” su papá dijo”- es una roca de tu hermosa luna.” la niña dijo “ -GRACIAS !!!. -Pero como lo conseguiste si la luna va ser nueva.” su papá dijo” -yo tenía que ir en otro lugar pero en ese lugar la luna todavía estaba allí. y en la mañana la niña garo a su roca y lo hizo guapisimo!!  Y la niña vio  la luna otra vez.                                                                                                                                                                                                                                                                    
Por Rosio Hernández

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